Em descobreixo sensible, però sóc trapella i molt, molt inquieta.

També sóc creativa, generosa i divertida... vaja... i que no ho som tots? Això sí, diuen de mi que sóc tossuda, però jo prefereixo dir-ne tenaç. Sóc aquella, la que seu a la tercera fila, la del barret al cap i les plomes al voltant del coll...






lunes, 25 de marzo de 2013

FRANCO BATTIATO EXHIBE PODERÍO EN EL TEMPLO DE LA MÚSICA

Publicat a El Club Express


L’Auditori, miércoles 20 de marzo, Barcelona


El pasado 20 de marzo,  el Auditori de Barcelona, una de las catedrales de la música de la ciudad condal, acogió al polifacético cantautor, músico y director de cine Franco Battiato. El cantautor italiano presentó su nuevo disco Ábrete Sésamo sin olvidarse de los grandes ‘hits’ de los 80 ante una audiencia entregada desde el primer minuto.

El primer día de primavera, a las 20:00h, el Auditori abrió sus puertas a un personaje poliédrico. Un artista que no necesita presentación, que enamora sin coquetear, que flirtea con las musas de las artes. Esta noche le tocó a Euterpe. Mientras los músicos afinaban los instrumentos, algunos de los asistentes, un público ecléctico e internacional, sin poder entrar en la sala todavía, paseaban sus ímpetus por los rincones del edificio, otros se concentraban al otro lado de las puertas conteniendo su emoción y esperando que al grito de, nunca mejor dicho, Ábrete Sésamo los preciosos tesoros les fueran mostrados. Un público que no sólo había comprado la entrada, sino el concierto entero aún sin saber lo que le depararía la noche, tarareaba nerviosamente algunas de las emblemáticas canciones del músico. A las 20:30 en punto se abrieron las puertas de sala y una multitud diligente fue en busca de la preciada butaca, del anhelado tesoro, aquel que, sin duda alguna, como si de una alfombra voladora se tratase les llevaría a un viaje en el tiempo.

En el escenario, una puesta en escena austera, casi mística  presentaba un cajón rectangular cubierto por un gran foulard de estilo hindú. Acaso un altar para la música, un trono para su emisor y un tabernáculo para el alma. De pronto, el recibimiento cálido y apoteósico del público dio el pistoletazo de salida a una noche efervescente, agitada y entusiasta. Las canciones se sucedían coreadas por los espectadores que ya habían dejado de serlo, pues, sin quererlo, formaban parte de la magia del espectáculo. Juegos de luces y cambios de músicos presentaban las nuevas canciones hasta que llegó el momento de la nostalgia y a las primeras notas de Yo quiero verte danzar, un público enardecido y delirante hizo templar las paredes del templo. Todo giraba en torno a la estanza mientras Battiato danzaba, el Auditori levitaba y el viaje tocaba a su fin.

Franco Battiato es incombustible, un hombre que desprende espiritualidad y si bien, los surcos de la piel y el color plateado de su pelo muestran los años vividos, el cuerpo sigue acompañando a la música de esa manera tan suya y peculiar, quizás a ritmo de siete octavas, quizás aún buscando el eterno centro de gravedad permanente.