Publicada en El Club Express
Julio 2013 | Festival Grec, Artes Escénicas, Barcelona
Es un gustazo que
una semana más podamos seguir analizando para vosotros algunos de los
espectáculos que han pasado este año por el Festival Grec de Barcelona. Una
función tras otra – ¡a veces literalmente!- y seguimos en la brecha sin
desfallecer. Nos emocionamos y vibramos, reflexionamos, reímos y lloramos,
porque el teatro, la danza, las artes no son sólo mero entretenimiento. El arte
conmueve, emociona, forma personas, muestra realidades, suscribe sueños y se transmite
de generación en generación. La cultura nos da conocimiento y nos ayuda en el
discernimiento. ¿Por qué hay quien se obstina en no querer apostar por un
futuro donde esta cultura ocupe el lugar que le corresponde? ¿Aquel lugar que
es necesario potenciar, fomentar y desarrollar porque va estrechamente ligado
al crecimiento y la evolución de las personas? Si recortamos la cultura,
tristemente mutilamos a las personas.
Esta semana
empezamos nuestro recorrido por George
Kaplan de Frédéric Sonntag, en la Sala Beckett. A algunos os sonará el título
de la obra. Sí, era aquel personaje inexistente en la película de Alfred
Hitchcock North by Northwest (Con la muerte en los talones) por el que
Gary Grant era confundido y perseguido con una avioneta en un aislado campo de
trigo. Una gran escena para muchos cinéfilos.
George Kaplan son tres historias en una. ¿O quizás son tres versiones
de la misma? ¿O tres momentos enlazados sin principio ni final? ¿O tres
secuencias de un mundo paralelo? ¡Decididlo vosotros! La primera pieza es la
reunión de un grupo de activistas clandestino cuyo objetivo es aportar cambios
en el sistema cultural y mediático de occidente (¡seguro que muchos de los
asistentes nos sentimos identificados!). La segunda muestra cómo un equipo de
guionistas de ficción intentan elaborar un relato que ofrezca respuestas al
naufragio del actual sistema de valores. Y la tercera pieza presenta un grupo
de poder, un lobby a la sombra, que
estudia cómo enfrentarse a una amenaza del sistema actual. El nombre de George Kaplan es el enlace de estas tres
historias.
Toni Casares,
director de la Sala Beckett, dirige espléndidamente a los cinco intérpretes que
entran y salen de los personajes para viajar por la consigna de un nombre, para
dar el protagonismo a un concepto inmaterial, etéreo. Es el lenguaje del teatro
contemporáneo por el que apuesta esta sala, un lenguaje que nos estimula la
mente, que nos agiliza las neuronas. Y si bien, el autor propone un arduo ejercicio
de dramaturgia donde las piezas puedan a la vez superponerse y ser
independientes, los actores (Sara Espígul, Borja Espinosa, Francesc Ferrer,
Jordi Figueras y Sandra Monclús) son los camaleones que en su bien hacer nos facilitan
entrar en ese universo de narración no lineal. Un diez a la Beckett porque
sigue el impulso y la filosofía de Sanchís Sinisterra y porque sigue
consolidándose como sala de referencia en la incidencia social. George Kaplan estará hasta el 28 de
julio.
Televisor & Misèria de la II Transició de Albert Boronat pasó por el Teatro Romea del 18 al 20
de Julio. ¡Y es realmente una pena que sólo estuviera dos días! Pues Carme
Portacelli dirige con gran acierto esta hilarante comedia que protagonizan
David Bagés, Lluïsa Castell, Gabriela Flores, Albert Pérez y el músico Jordi
Prats.
Cuando entramos a
la sala, nos encontramos a los cuatro intérpretes en el escenario, sentados y
observándonos, pero no individualmente, sino como si fuéramos un programa
televisivo. El público éramos la actualidad, el presente, lo que estaba pasando
en ese mismo momento, cada uno con nuestras historias y nuestras mochilas. Y
éramos el retrato de la noticia que los actores estaban visionando. Televisor & Misèria de la II Transició son
esbozos de vida, momentos de realidad que nos son presentados en clave de
burlesca comedia. Los intérpretes, estos comediantes del siglo XXI, nos
recordaban a los bufones de la Edad Media que, por un lado, con sus palabras y
acciones, hacían reír y que por el otro, mostraban la realidad de la manera más
descarnada. Y así ha sido, nos hemos reído a carcajadas congeladas al ver una
futura sanidad, hoy ficción -¿acaso mañana realidad?-, con momentos mostrados
de esta historia tan reciente, tan deteriorada.
¿Cómo es posible vivir y sentir a la vez el dolor más duro y la risa más
jocosa? Televisor & Misèria de la II
Transició lo consigue. ¡Excelente trabajo!
En el Mercat deles Flors nos acercamos para asistir a La
nau dels bojos (La nave de los locos), un espectáculo de Joan Yago,
dirigido por Israel Solà e interpretado por la Compañía La Calòrica.
Cinco personajes
grotescos, casi esperpénticos huyen de la peste y del pasado en un barco para
dirigirse hacia un futuro incierto. Un arisco bufón reconvertido en capitán del
navío transporta las inseguridades de una tabernera, las contradicciones de un
obispo, las meditaciones de un
estudiante de literatura autoproclamado poeta y los miedos de una mujer de
negro. El paso de los días les lleva a darse cuenta de que no hay lugar para
ellos, que están perdidos en su propio destino.
Inspirada en el
cuadro que pintó el artista neerlandés El Bosco, la compañía nos plantea una
reflexión: ¿es lícito intentar avanzar, intentar modificar las cosas aun sabiendo
que no existe la tierra prometida, que volveremos al mismo sitio? ¿O debemos
seguir a pesar de no tener la exitosa moneda de las dos caras?
El humanista
Erasmo de Rotterdam en su escrito Elogio
a la locura ya nos exponía las razones por las cuales los seres humanos
llevamos a la locura como compañera de viaje y porqué debe realmente ser una de
nuestras mejores cualidades. Una chispa de locura es lo que nos hace progresar,
lo que nos predispone a la lucha contra las debilidades, lo que nos anima a
seguir ante las adversidades. La Calòrica va más allá de la interpretación y
nos deja entrever, si somos audaces, nuestra propia nave, porque...¿qué sería
la vida sin un mínimo de locura?
Finalmente,
también en el Mercat de les Flors, le llegó el turno a la danza, aunque “danza”
es una palabra que se queda corta para el espectáculo visual de Plexus. Aurélien Bory firma la
concepción de esta puesta en escena interpretada por Kaori Ito. Era día de
estreno y no teníamos referencias. Desde el primer minuto el impacto visual fue
impresionante. Con un micrófono a gran volumen, la bailarina, repasaba los
sonidos de su anatomía interior y exterior. A continuación, se sumergió en la
instalación escenográfica, un bosque de hilos que modificaba el movimiento. La
escenografía recordaba las instalaciones del artista plástico Cildo Meireles
combinada con una performance mágica. El movimiento aprisionado por los hilos
modificaba sus acciones. El público estaba sin respiración. Era una búsqueda de
la memoria corporal. Nos dejamos sorprender con imágenes asombrosas, con una
pieza de tejido que danzaba sola, con movimientos aéreos al más puro estilo Tigre & Dragón de Ang Lee. ¡Y no
sólo nosotros! Un público agradecido ovacionó generosamente a una sonriente y
frágil bailarina. Espectacular trabajo corporal. Por fin, ya podíamos respirar.
Texto: Ester Bueno
(@Ester335)
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