Publicat a El Club Express
14 / 11 / 2013 | Artes
Escénicas, Barcelona, Almería Teatro
En un ambiente
cómodo y afable, previo a la función, nos sentamos a conversar con una de las
impulsoras del proyecto del Almería Teatro. Lo cierto es que tocamos muchos
temas, pero ninguno relacionado con la obra que pretendíamos visionar. En el
bar, muchas caras conocidas. Amigos de la profesión y compañeros de trabajo se
mostraban relajados. Quizás es que el Almería Teatro exhala familiaridad,
encanto y gentileza. Quizás es que el Almería desprende un aire vintage que sólo descendiendo por sus
escaleras ya te sientes transportado… y, esta vez, el viaje ha sido Nedant cap a la mar de la Xina (Nadando
hacia el mar de la China).
Mientras la luz de
sala todavía nos permitía acceder a nuestras butacas, un juglar del siglo XXI,
nos invita a permanecer atentos. Jordi Busquets, el juglar, el trovador, no es simplemente el músico de la función, o
no sólo tiene la función de músico. Jordi Busquets nos introdujo las escenas.
Era personaje real y ficticio a la vez. Era el puente que conjugana la
observación, el visionado del devenir, con la participación en la escena. Era
un observador que a su vez daba luz e insuflaba vida a los personajes
principales.
Borja Espinosa y Maria
Ribera son los titanes. Él y ella. En esta obra, los intérpretes ceden su
nombre a los personajes porque acaso los protagonistas no son ellos, sino el
amor, la historia de amor y de desamor que viven entre ellos y hacia ellos
mismos.
María es una
aspirante a actriz que se presenta al cásting de ‘La noche de la iguana’. Allí
se encontrará con Borja, un reconocido actor con el que entablará una relación
y que la ayudará a escalar en su carrera, mientras que él iniciará el camino de
la decadencia y la autodestrucción.
Paul Berrondo firma la autoría y la dirección
de este duelo emocional. Como autor, el texto nos ha llegado al corazón, pero
como director, nos ha atrapado. Escenas de realidad y ficción que se intercalan
dentro de la magia del teatro son acogidas por una escenografía que apuesta por
recurrir a la imaginación y la fantasía del espectador, en definitiva que apela
a la esencia del teatro, al espectador cómplice. No importa dónde ocurre, no es
relevante. No es necesario un decorado realista, ya el público nos lo
imaginaremos. Lo que importa es lo que ocurre, el ser y el estar, lo que nos
muestran los personajes.
Y los personajes
desnudan su alma. Borja y María desprenden visceralidad en el juego de la
realidad y de la ficción. Como intérpretes desbordan organicidad, llegando
incluso a incomodar en alguna escena por la realidad vivida de la intimidad
mostrada. La decadencia siempre es embarazosa de ver, es difícil de aceptar.
Como camaleones escénicos transitan por las emociones. Paul, el director
propone un ejercicio de metateatro, un juego de muñecas rusas donde el público
conoce a Jordi, un trovador con poderes, que recuerda a aquel Puck en una noche
de verano, que da vida a unos personajes, a unas emociones y que, a su vez,
estos personajes se convierten en la voz de Tennessee Williams.
Los actores
reproducen auténticos duelos interpretativos. Borja y María, bordan las duras
escenas creadas por Berrondo y por Williams. Desprenden verdad, fuerza y
seguridad. Sin duda, destacable es el trabajo de Espinosa expresando una
innegable comodidad corporal con su personaje y mostrando que el infierno de
Dante no está tan alejado de nosotros mismos.
Nedant cap a la mar de la Xina dialoga con las relaciones
humanas, con la autenticidad, y en definitiva, con la actuación más genuina.
Texto:
Ester Bueno (@Ester335)