Publicado en El Club Express
Julio
2015 | Festival Grec, Artes Escénicas, Barcelona
Sexo,
tormentos y rupturas han sido las últimas propuestas del Festival Grec que
hemos visionado. Un fin de semana repleto de pulsiones que nos han cautivado, emocionado
y movilizado.
Els mots i la cosa (Los vocablos y la cosa) de
Jean-Claude Carrière ha sido la primera parada. La pequeña sala del Espai Lliure
en el Teatre Lliure nunca deja de sorprendernos con propuestas gratamente placenteras…y
en este caso, placer es el término adecuado para un espectáculo, donde la
palabra y el sexo van discretamente acoplados por la conversación epistolar
entre una actriz dobladora de films pornográficos y un experto filólogo, del
cual requiere su sabiduría para dar variaciones a la nomenclatura en sus
doblajes.
Pep
Anton Gómez firma la dirección de esta obra de artistas artesanos, de pequeño
formato, pero de gran saber, protagonizada por Elena García y Ricard Borrás que
esperamos ver en la cartelera barcelonesa en la próxima temporada. Si brillante
es la interpretación, soberbia y divertida es la traducción y adaptación del
texto que el mismo Borrás ha realizado. Un increíble tsunami de expresiones y
locuciones recopiladas de Baudelaire, del Rector de Vallfogona, de cultismos y de
vulgarismos son dispuestas para provocar el goce y el deleite a humanistas,
amantes del buen teatro y lingüistas…de todas las posturas y posiciones. En
definitiva, un enorme ejercicio de teatro para los intérpretes que estimula la,
sin duda, exuberante y potente imaginación del público. Aunque de hecho, el
tamaño aquí, es lo que menos importa.
Diametralmente
opuesto a Els mots i la cosa es Ninet’Inferno, un espectáculo en
francés con un gran despliegue técnico y humano que ha sido presentado en el
Teatre Lliure como función única. Una propuesta arriesgada que parte de los Sonetos de Shakespeare para indagar en
la sensación de fracaso que siente un hombre maduro ante la visión de la
juventud. El lado oscuro del paso del tiempo, de los naufragios amorosos, de la
desilusión y la amargura.
Pascal
Greggory es el actor que encarna el personaje lacrado, ajado, frustrado,
arruinado emocionalmente, mientras Mathurin Bolze hace acrobacias, piruetas y
saltos con una juventud descarada, arrogante y altiva. Compartiendo el
escenario se encontraba también la OBC (Orquesta Sinfónica de Barcelona y
Nacional de Cataluña) que, con gran acierto y aprobando con nota alta, sumaba
su interpretación musical con acordes lejos de la comodidad melodiosa que los
enmarca dentro de las paredes de L’Auditori de Barcelona. A pesar de que
faltaba Shakespeare, Greggory sabe decir el texto, de hecho cualquier texto, y
ese savoir faire junto a imágenes técnicamente
impactantes ha arrancado una amplia ovación final por parte del público
asistente.
En
el Teatre lliure de Gràcia hemos visto La
clausura del amor, un combate brutal cuerpo a cuerpo, frase a frase, donde
el principio del desamor acaba con el entendimiento de una pareja.
Pascal
Rambert es el autor y director de un texto que tiene por objetivo torturar,
afligir dolor en el corazón de los personajes. Israel Elejalde y Bárbara Lennie
son los sufridos intérpretes y dolidos personajes que, en el devenir de la
situación se convierten en depredadores, en lobos, en perfectos discípulos de
Hobbes, obsequiándose con profundas dentelladas que cercenan la carne viva para
convertirla en despojo emocional.
Un
duelo interpretativo, terapéutico para algunos, acaso dañino y devastador para
otros en un escenario ausente de escenografía y ausente de focos. Tan solo un
cuadrilátero blanco en el suelo, con luces blancas fluorescentes en el techo marcaba
el espacio beligerante, el área del desvalijamiento emocional. Un trabajo
altamente energético que ha dejado exhaustos a la entregada pareja de actores.
Este
fin de semana hemos asistido a tres espectáculos donde el texto asume el peso
de la obra, donde las frases, los términos, los vocablos, las palabras y las
expresiones se apoderan de un enunciado que va más allá de ellos mismos para otorgárselo
al lenguaje del arte… del arte escénico.
Texto: Ester Bueno (@Ester335)